El mundo
digital invade nuestras vidas. Está presente, latente pero al mismo tiempo está
tan normalizado y es tan cotidiano que por momentos no entendemos lo que eso
implica. Somos parte de él y no sabemos
sobrevivir de otra manera. ¿Pero que representa esto para nuestra sociedad? ¿Qué
consecuencias positivas y negativas tiene este fenómeno?
Al igual que muchos medios de comunicación, la
fotografía, según Ritchin, es “un reflejo de las sociedades que la han generado
y adoptado”. Los medios digitales
vinieron a abstraernos de la realidad, traduciendo todo a datos, esperando que
un público receptor los reconstruya a su manera. Alvy Ray Smith afirma que “la
realidad es simplemente una medida conveniente de la complejidad”. Esto nos
hace entender que la realidad es imposible de comprender, que la realidad que
buscamos es la que se ajuste a nuestras necesidades, a lo que nos sea más
conveniente.
Esto
conlleva a cambios personales y sociales fundamentales, como sucede con las
manipulaciones realizadas en la fotografía. Las alteraciones estéticas, las modificaciones
en la apariencia física que nos quieren hacer creer que lo que vemos es siempre
real y que es esa la forma en la que se supone que se tiene que ver. Es de esta
manera que Ritchin se cuestiona acerca de la ética de las imágenes. Nos
preguntamos entonces: ¿Cuál es la función del fotógrafo? De todas maneras alguien más luego va a alterar
lo que el capturo. El autor afirma que el fotógrafo es como muchas otras cosas
que, hoy en día, son parte de un sistema superior que no
controlamos. Podemos entender entonces que anteriormente la labor del fotógrafo
era mucho más auténtica, hoy en día se modifica el formato de la realidad y su
contexto para generar una imagen idílica y poco realista.
¿Porque no
modificar la realidad para nuestra conveniencia? Incluso llegamos al punto de pensar
en diseñar el futuro, como en el caso de Ritchin que participó de una modificación
del horizonte de Nueva York, en donde invento otras estructuras y monumentos,
cambiando así la realidad. El describe su experiencia diciendo haberse sentido
como Dios. Es curioso pensar en esta idea. ¿Cuál es la diferencia de cambiar
una imagen a cambiar en si la realidad? Si lo podemos ver entonces, ¿es real? ¿Quién
nos otorga ese poder de creadores y destructores?
¿Pero qué
sucede cuando vemos estas imágenes? Somos una generación que creció con el Photoshop,
que creció intentando desmentir y descifrar que imágenes son verídicas y cuales
fueron modificadas. Esto nos hace concluir que ver no equivale a creer. Se
puede pensar que la fotografía paso de ser una representación casi perfecta de
la realidad, a ser un engaño que pretende ser verosímil volviéndose una ventana
a un universo alterno. A mi entender, la digitalización y modificación de las
fotografías no es más que una evolución. No es la primera vez que esto sucede,
sino que se acopla a las tecnologías modernas, ya que las imágenes fueron
retocadas desde sus inicios, incluso en la fotografía análoga. Esto nos hace
pensar entonces que imágenes son confiables y cuáles no. ¿Se puede acaso
confiar en alguna? ¿Qué sucede con la fotografía documental que su función es
exclusivamente relatar y transmitir hechos verídicos? ¿Pierde esta su valor? Ritchin
y un grupo de estudiantes proponían colocar un ícono para indicar que esa
imagen había sido manipulada. Pero como podemos definir la manipulación, a
partir de qué y cuánto. Baudelaire decía
que la fotografía era simplemente una herramienta para complementar la memoria,
pero que no se le debe permitir acceder
al terreno de lo imaginario. En la actualidad ¿es esto lo que sucede? ¿O acaso
la fotografía es en sí un acto imaginario desde su origen? Según Wes Anderson, la fotografía digital
rompió la relación entre la fotografía y la realidad. “Estamos en una era en la
que nadie podrá decir si una foto es falsa o verdadera.”
La
fotografía, como la televisión, fue criticada por parecer tener un impacto
negativo en la sociedad. Según Baudelaire es muy vulgar para ser arte, según
Rodin es muy mecánica para ser verdad y para Sontag carece de intervención. Sin
embargo a mi entender también tiene la virtud de concientizar y generar grandes
cambios en la sociedad. Como por ejemplo en la creación de la ley contra la explotación
infantil o la solidaridad de las personas en causas benéficas entre otras
cosas.
Pero la
realidad es indeterminada, subjetiva, la realidad es probabilidad. Por eso
buscamos en la fotografía una realidad tangible, honesta. Es tan desesperante
como entender que nunca vamos a poder vernos a nosotros mismos más allá que en
un reflejo invertido. El autor se cuestiona si la gran expansión y acceso a la
información de imagen, al igual que el derecho que todos poseemos de producir y
publicarlas, está haciendo el mundo un lugar mejor o si nos está ahogando y
perjudicando como sociedad.
En lo
personal, siento que vivimos en parte en una generación que me atrevo a llamar nostálgica.
En donde lo antiguo tiene un valor y una connotación especial. Creo que estamos
aprendiendo que no siempre es mejor lo nuevo, y podemos apreciar y atesorar
tradiciones y maneras más antiguas de realizar las cosas. Entendemos que no
siempre el camino fácil es el mejor, que no siempre lo nuevo es lo bueno. ¿Pero
qué es lo que sucede después de la fotografía? ¿Qué es realmente lo que nos
enseña y que uso le damos como sociedad?